Lastrado por los comicios de 2017 y la influencia del exgobernador Rubén Moreira, el Instituto Electoral de Coahuila ha vivido siempre en el ojo del huracán. Negocios turbios, favoritismo en la asignación de obras, así como denuncias de acoso y violencia de género han convertido la presidencia de Gabriela de León en un infierno. El árbitro comicial da tumbos entre el escándalo, la incompetencia y el dispendio.
En la edición 657 del bisemanario Espacio 4, Édgar London se zambulle en las aguas turbias de una institución cuyos consejeros ganan casi lo mismo que el presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Mucho se ha hablado del Instituto Electoral de Coahuila (IEC)… pero de bueno, poco o nada. La elección de 2017 borró la poca credibilidad de un organismo cuya ‘autonomía’ depende del Palacio de Gobierno.
“La mayoría del consejo general adolece de doble moral en temas de igualdad y no discriminación, austeridad e imparcialidad. La presidenta del organismo, Gabriela de León –nombrada en 2015 por el Instituto Nacional Electoral (INE), pero dúctil a los dictados del entonces gobernador Rubén Moreira– es objeto de señalamientos por concertar negocios de dudosa rentabilidad.
“Morena presentó en 2019 una iniciativa de reforma constitucional para suprimir los 32 institutos estatales electorales, conocidos también como Organismos Públicos Locales (Oples), y que el INE termine de asumir sus funciones. La medida le ahorraría al país más de 14 mil millones de pesos anuales, de acuerdo con el diputado Sergio Gutiérrez Luna (Animal Político, 70.03.19).
“Cuando bien le va, el árbitro comicial es tachado de parcial y deficiente. ¿Quién no recuerda las consignas del expresidente del PRI, David Aguillón, vía teléfono celular, al consejero Alejandro González, quien preside, justamente, la Comisión de Igualdad y no Discriminación?
“El sueldo de 93 mil 971 pesos netos que mensualmente se embolsa cada consejero –sin contar aguinaldos y otras prestaciones– representa una bofetada, más en tiempos marcados por la pandemia y la crisis económica.
“No extraña entonces que los excesos terminen por llamar la atención, primero de la ciudadanía, luego de los medios de comunicación, y tarde o temprano, de la guadaña de la Cuarta Transformación. A la par crece la inconformidad en un IEC sofocado. Los encontronazos en las sesiones ya no se pueden ocultar; los cuestionamientos sobre el uso de los recursos se multiplican; empiezan a surgir deserciones y la presidenta siente el peso de un timón que jamás ha llevado.
“La relación en el consejo del IEC dista de ser miel sobre hojuelas. La reciente fricción la provocó Juan Antonio Silva Espinoza, nombrado por el Instituto Nacional Electoral (INE) el 18 de julio de 2018, quien, acaso por estar fuera de la órbita oficial, se ha convertido en el compañero incómodo de la presidenta Gabriela de León y de otros consejeros, pues al parecer no le tiembla la mano para señalar irregularidades.
“En una de las últimas sesiones de 2020, puso en tela de juicio la calidad ética de la presidenta de un comité municipal. Su apreciación fue mal recibida por el resto de sus colegas. Le advirtieron a Silva que se trataba de ‘chismes’, que sus señalamientos implicaban ‘suposiciones peligrosas’ e incluso que podía estar incurriendo en violencia de género. Si la intención era acallar una voz crítica, el tiro salió por la culata”. (Texto completo en
http://www.espacio.mx)